Al final del día me debo, más vida que muerte. Me quito el eco de la cabeza, y desconecto los cables de mi cuerpo, vengo como persona, que al principio del nuevo día se acuesta, satisfecha del ayer. Y despierto, al igual que tú, dispuesta a enfrentarme al día que comencé durmiendo. No puedo más que arrastrarme constantemente por el tiempo, pero levanto y corro, a pesar de todo, los hechos son los hechos, y los des-hechos se quedan por imposible.
Pero incluso al final del camino, el único que sabe lo recorrido, es aquel que lo ha vivido… otrxs, son ciegxs al intermedio. Yo sólo digo, que yo no me debo a mis explicaciones, ni me encuentro en momento para retenciones… prefiero, seguir caminando, incansable, inagotable… hasta no tener sentido. Pero, el vacío me da más miedo si no soy digna del tiempo que se me dio, por ello, exprimiré mis días, exprimiré mi cuerpo, hasta su último aliento, hasta su último suspiro.
Y será entonces, y solo entonces, cuando me deje llevar por el mundo de los sueños…
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